28 de abril de 2023
Revisar de manera habitual nuestro botiquín casero supondrá una garantía 100% beneficiosa para nuestra salud.

 

Fármacos, medicamentos genéricos, material de cura, recetas… son algunas de las cosas que solemos guardar en el botiquín, pero en ocasiones, la falta de revisión periódica hace que se pueda parecer más a un lugar de almacenaje común que a un botiquín del hogar.

Recomendaciones

Entre las principales recomendaciones que se promueven para disponer de un botiquín casero plenamente funcional está la de realizar su revisión al menos 2 veces al año, cada 6 meses aproximadamente, o incluso si acudimos al especialista médico o a la farmacia para adquirir algún tipo de material básico que necesitemos para curar o atender afecciones leves o la toma de medicamentos que nos hayan recetado, puede ser un momento ideal para revisarlo y tenerlo lo más actualizado posible. De este modo podremos identificar aquello que no tiene ya cabida en dicho espacio, como puede ser un medicamento o fármaco caducado, un blíster sin caja y sin poder identificar su composición, o las dosis adecuadas, o incluso la fecha de caducidad, etc. Nos puede parecer un gesto sin mucha importancia, pero esta revisión influirá en la prevención de posibles intoxicaciones medicamentosas de cualquier miembro del hogar.

Por otro lado, una segunda recomendación a tener en cuenta es el lugar en el cual vayamos a guardar o disponer de dicho botiquín. En muchos hogares lo podemos localizar en el baño / aseo o incluso en la cocina. En primer lugar decir que éstos no son los lugares más idóneos para tenerlo, y en segundo lugar, en la cocina (nevera) sólo se podrá guardar aquellos fármacos o medicamentos que sean necesarios porque así se nos indique en el prospecto. ¿Dónde guardarlo si no es en estas estancias? Pues bien, su espacio más adecuado ha de ser cualquier otra estancia de la casa, ya sea salón, habitación para dormir o pasillo. De este modo no estará expuesto a cambios de temperatura bruscos ni a una alta sensación de humedad, lo que podría ocasionar que lo guardado en el botiquín perdiera eficacia y sufriera alteraciones.

Y una tercera recomendación de vital importancia es no guardar en él aquellos medicamentos que nos fueron recetados para tratar una dolencia en concreto, y que una vez finalizado dicho tratamiento ya no necesitamos. Guardarlos por el “por si acaso volvemos a tener esa misma dolencia” no resulta adecuado, ya que de este modo favoreceríamos la automedicación. Lo importante sería llevar al Punto SIGRE los restos de medicamentos que nos hayan quedado al finalizar el tratamiento, para que así hagan una gestión correcta de dicho residuo, y evitar almacenarlo en el botiquín.

Recomendaciones sencillas pero de gran relevancia que garantizarán la puesta en práctica de hábitos responsables en consumo, y que en consecuencia nuestro hogar sea más seguro.

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