OLA
18 de febrero de 2022
Un paso más cerca hacia un mejor cuidado del entorno.

El término energía se entiende como la capacidad de hacer funcionar las cosas. Se pueden diferenciar distintos tipos de energía: mecánica, nuclear, eléctrica, térmica… todas ellas tienen las mismas cualidades genéricas: se transforma, se transfiere, se conserva y se degrada.  

Actualmente se habla también de otra energía, la energía oceánica. Un tipo de energía renovable, donde las olas tienen un papel principal en el proceso. Se intenta aquí explotar el potencial que tienen las mareas en sí; las diferencias de salinidad ("energía azul" o "poder osmótico") y las diferencias de temperatura existentes en el océano (el calor de la superficie cálida del océano y el frío del océano profundo impulsan un ciclo de Rankine, es decir, una conversión del calor en trabajo que produce electricidad - opera con vapor) 

Una de las principales características que se le pueden atribuir a este tipo de energía oceánica es que se trata de una denominada energía eco, es decir energía limpia, donde no están implicados por ejemplo ni el petróleo ni el gas (energías no renovables)  

En estos últimos años se apuesta desde grandes entidades la necesidad de promover las llamadas energías limpias, renovables, ya que el futuro del Planeta así lo está pidiendo. Tipos de energías inagotables, capaces de regenerarse de forma natural, que siempre estarán ahí, como son la energía eólica y solar. El aprovechamiento de éstas tiene algunas ventajas:

  • Sin límite. Tal y como se ha expresado en líneas anteriores, se obtienen de recursos casi inagotables, y a los cuáles se puede recurrir de manera permanente a ellas.
  • Respetuosas con el medio ambiente. La mayoría de ellas favorecen que se disminuya el conocido efecto invernadero.
  • Se consideran que son más seguras para la salud de la población en general.

Como personas consumidoras creemos que no tenemos ningún papel de decisión en este sentido en cuanto a la mayor o menor producción de energías limpias, pero en realidad sí que podemos influir en determinadas decisiones de a pie que puede contribuir favorablemente a la promoción de éstas. Un ejemplo claro es la  elección del tipo de transporte que escogemos en nuestros traslados. Podemos optar por vehículos eléctricos, ya sea a nivel particular o en transportes públicos, donde empiezan también a estar presentes, priorizando éstos en lugar de los que utilizan combustible derivado del petróleo. Parece un gesto mínimo, pero que indudablemente puede repercutir favorablemente en el mejor cuidado del entorno.

Os remitimos a una página oficial de interés en cuanto a política de energías:

https://ec.europa.eu/maritimeaffairs/policy/ocean_energy_es

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